• El habla catalana se hace norma

    From Enric Lleal Serra@1:2320/100 to All on Sun Feb 12 12:08:46 2017
    ­Hola All!


    Un siglo después, nueva norma[1]. :-)


    *El habla catalana se hace norma*

    El Institut d'Estudis Catalans , que incluye la academia de la lengua catalana, presentó en noviembre la primera gramática normativa elaborada
    por la institución -y también la nueva ortografía-, un siglo después de
    la primera versión de Fabra y que, reformada, ha estado vigente hasta hoy

    Hace dos decenios que la Secció Filològica del IEC -la academia de la
    lengua catalana- empezó a trabajar en la redacción de esta nueva gramática >(QUIQUE GARCÍA / EFE)

    Magí Camps, Barcelona
    04/02/2017 01:03 | Actualizado a 04/02/2017 08:27

    La lengua catalana está de enhorabuena porque este otoño ha estrenado dos vestidos nuevos: la ortografía y la gramática. De hecho, la primera es consecuencia de la segunda. El Institut d' Estudis Catalans (IEC) ha dado un paso de gigante que hay que reconocer con admiración. De una sola tacada, ha dado un salto de cien años, que ha ido de las primeras obras de Pompeu Fabra a la renovación completa, de la obra de autor a la obra académica.

    El salto no es obra de un día, sino de veinte años. Hace dos decenios que la Secció Filològica del IEC -la academia de la lengua catalana- empezó a trabajar

    en la redacción de esta nueva gramática, a partir de la obra fabriana y de los trabajos que se han confeccionado durante estos cien años. Porque la gramática es la obra principal de una lengua y, al mismo tiempo, la que resulta más complicada de poner al día. En el caso del diccionario, la segunda pata de la normativa, las palabras evolucionan y los servicios lexicográficos actúan con más o menos celeridad, dependiendo de los recursos y de la infraestructura. Ora

    se actualiza la acepción de una palabra, ora se añade otra... La tercera pata es la ortografía, que es el código con el que se escribe una lengua, pero que no deja de ser una convención arbitraria.

    La gramática, sin embargo, es como un ser humano, que si se toca un codo, se puede estropear el meñique, y por ello hay que actuar con mucha prudencia y teniendo en cuenta todas las interrelaciones existentes. Joan Solà, uno de los mejores gramáticos catalanes de los últimos tiempos, intervino de un modo decisivo y, antes, ya dirigió y publicó, en el 2002, la Gramàtica del català contemporani, que, a pesar de ser una obra variopinta a partir de trabajos de cuatro autores, ya planteaba muchas de las novedades que ahora han visto la luz. Por definición, la del año 2002 era una gramática descriptiva (que explica

    los distintos casos que se emplean en una lengua, más allá de que sean normativos o no, pero siempre con una base que los justifique), mientras que la

    de ahora es una gramática normativa... o quizás no es exactamente así.

    Vayamos por partes: con la nueva gramática normativa, la dicotomía correcto-incorrecto ya no es el centro del universo. Algunas voces discrepantes

    han denunciado que esta tiene un carácter descriptivo que no se corresponde con

    lo que se espera de una gramática prescriptiva, redactada por la autoridad lingüística, que debe limitar las opciones a unas pocas, o sólo a una, como referente de corrección. Estos críticos consideran que la norma debería ser mucho más concreta -exactamente como era hasta ahora-, y no que explique, justifique y admita varias soluciones para una misma cuestión. El caso es que el IEC, en la línea de las gramáticas modernas de las lenguas de cultura, ha preferido ir por este camino, ampliando la norma y etiquetándola según las hablas y los registros.

    El IEC no rehúye la regla -de hecho, está preparando una versión manual, que marcará con más concreción la norma, sobre todo de cara a los libros de texto, aunque habrá que esperar algunos meses-, pero considera que la normativa puede ser más generosa de lo que lo era hasta ahora. Cien años no pasan en balde, y menos todavía con la discontinuidad y con la anormalidad que ha sufrido la lengua catalana durante el siglo XX. Los planteamientos de Fabra, un ingeniero visionario, eran perfectos en el momento en que se plantearon, pero la realidad

    los desvirtuó y la lengua no fue por el camino que Fabra había previsto. Estoy convencido de que, hoy, el propio Fabra estaría a favor de esta actualización.

    La nueva gramática describe los fenómenos lingüísticos según dos etiquetas. La primera son los dialectos, que denomina hablas. Así, las conjugaciones verbales

    funcionan con pequeñas variantes según el balear, el valenciano o el catalán de

    Catalunya. Todas las formas son normativas, pero no son intercambiables. Es decir, en un contexto valenciano no es adecuado utilizar " jo estimo", sino " jo estime". Del mismo modo que en el contexto balear hay que decir " jo estim".

    Con respecto a las horas, pasa algo similar. La gramática da preferencia a lo que llama sistema de campanario ( dos quarts de tres) y que era lo único que recogía hasta ahora, pero considera válido en el habla valenciana y balear el sistema de reloj ( les ­dues i mitja). Ello supone que los dos sistemas son correctos según el habla y, por lo tanto, en Catalunya no es adecuado utilizar el segundo sistema. En otros casos, la norma se divide según las hablas orientales y occidentales, o por otras divisiones dialectales.

    La segunda etiqueta que usa la nueva gramática son los registros. No es lo mismo escribir un ensayo científico que interpretar un papel de perdonavidas en

    una película de gángsters. Hasta hoy, el catalán normativo sólo servía para el primer caso. Ahora, con la norma ­ampliada, el IEC recoge usos informales, fundamentados en usos consolidados, que permiten una flexibilidad mayor a la hora de escribir una obra de teatro o doblar una película. La nueva gramática no baja hasta el nivel argótico, pero sí abre la puerta a formas populares, que

    pueden ser tan genuinas y antiguas como la norma culta. Este catalán coloquial ya estaba presente en la creación de ficción, pero el dramaturgo o el guionista

    quedaban automáticamente fuera de la norma y entraban en el campo de la transgresión. Ahora, una parte de este trabajo queda amparado por el paraguas normativo.

    Algo parecido ocurría en los medios de comunicación. Ante la clásica lentitud del IEC y dadas las necesidades de comunicación y de claridad que impone la información, los medios se vieron obligados a transgredir, a ampliar la norma por su parte. De hecho, se trata de una cuestión habitual también en castellano

    y en las otras lenguas. Los medios son los que viven más de cerca y con mayor inmediatez la actualidad y la novedad, y eso los convierte en abanderados del uso de la lengua en cualquier circunstancia nueva.

    Por ello los equipos lingüísticos que trabajan en el ámbito periodístico tienen

    un peso específico determinante en todo lo que pasa con los usos de la lengua. El hecho de ser los primeros en conocer la novedad también los obliga a procesarla y a darle forma, mucho antes de que lleguen las instituciones lingüísticas.

    Así, palabras como disseccionar (en lugar de " dissecar un article") o nòvio ( por xicot) o disfrutar (en lugar de passar-ho bé , ) algunos medios hace tiempo

    que las admitieron y las usan, esperando la bendición del DIEC (precisamente el

    verbo disseccionar ya ha sido admitido, gracias a este uso consolidado). Del mismo modo, en los medios barceloneses era norma la regla de Coromines y Solà sobre per . Ahora, la nueva gramática la ha acogido en sus páginas, de modo que

    ha pasado a ser normativo aquello que hasta hoy era una transgresión de los medios (aunque tenía una gran aceptación por parte del mundo académico).

    A todo este trabajo, la Secció Filològica ha añadido unos foros de encuentro con tres sectores que considera fundamentales: la enseñanza, los escritores y los medios. Cada uno de estos grupos tiene una responsabilidad distinta en el uso de la lengua, y por ello el IEC ha querido interrelacionarse, no para controlarlos, sino para establecer una comunicación enriquecedora para ambas partes.

    Con respecto a los medios, da fe de ello la creación de la Acadèmia Oberta, un espacio web donde los responsables lingüísticos de los medios planteamos problemas, aportamos soluciones y pedimos comprensión normativa por parte del IEC. Y cabe decir que la Acadèmia Oberta, gestionada por Oriol Camps -hoy miembro del IEC y antes asesor lingüístico de Catalunya Ràdio y del portal ­ÉsAdir-, funciona, los medios participamos y somos escuchados (aunque no siempre se nos dé la razón, claro).

    La ortografía, la tercera pata

    La Ortografia catalana ha sido la tercera pata de esta puesta a punto lingüística que ha ejecutado el Institut en el campo normativo. Cuando los miembros de la Secció Fi­lològica avistaban el final de los trabajos gramaticales, se apercibieron de que acto seguido les esperaba la reforma ortográfica, un trabajo que, aunque se podría calificar de menor al lado de la obra cumbre gramatical, también es importante. Como no parecía lógico que, después de veinte años de trabajo, se publicara la nueva gramática escrita con una ortografía que al poco tiempo sería reformada, el IEC decidió adelantar la reforma ortográfica.

    La comisión ortográfica se puso manos a la obra y terminó la redacción de la nueva ortografía contra el reloj. Una de las nuevas normas ha levantado gran polvareda entre los hablantes: la supresión de más de un centenar de tildes diacríticas. El resto de las normas ha sido aceptado sin problemas, por necesarias o por rebasadas por el uso, especialmente de algunos medios de comunicación. Hay algunos ejemplos en estas mismas páginas.

    Con respecto a las más de 140 palabras con tilde diacrítica existentes, muchas de las que se habían añadido desde los primeros trabajos de Fabra -que estableció una cincuentena-, y ahora se han suprimido, presentan un grado ínfimo de confusión, que se resuelve por el contexto o porque las dos palabras pertenecen a categorías gramaticales distintas. Además, ahora sólo llevan diacrítico los monosílabos. Es el caso de la tilde que ha dejado de diferenciar

    dóna y dona, un diacrítico muy apreciado por los usuarios, pero que el IEC ha considerado innecesario porque diferenciaba un verbo de un nombre. O el de nét y net, que, a pesar de ser monosílabo, diferenciaba un nombre de un adjetivo. Un ejemplo: "La dona dona un caramel al seu net perquè va tot net". Ahora todo es algo más lógico. Así, el sustantivo déu(dios) se acentúa para que no se confunda con el también sustantivo deu(diez) -lógico-, y también se mantiene el

    del sustantivo món(mundo) para que no se confunda con el posesivo mon(mío) -no tan lógico-, pero no hay acento diacrítico en los derivados, como adeuy rodamonporque no se pueden confundir con nada -muy lógico.

    Otro de los casos que los críticos han lamentado ha sido la tilde de vénen / venen. La frase: "Els executius venen al congrés d'informàtica i hi venen els seus productes", por ejemplo, podría crear una mínima duda de comprensión -que el contexto resuelve-, pero los antirreformistas ven ahí el caos. En cambio, si

    poníamos esa misma frase en pasado: "Els executius venien al congrés d'informàtica i hi venien els seus productes", la forma del verbo venir no llevaba tilde alguna y, según parece, no se había echado de menos.

    Decía al principio que, así como la gramática estudia, analiza, disecciona y fija las estructuras sintácticas y morfológicas que los hablantes usan, la ortografía, en cambio, es una convención arbitraria. El propio Fabra planteaba suprimir las haches, como había hecho el italiano. Allí donde el italiano escribe ipotesi, y no pasa nada, el catalán escribiría ipòtesi, y tampoco habría pasado nada. La primera vez quizá hiere los ojos, pero al final uno se acaba acostumbrando, como se acabará acostumbrando a escribir y a leer: cafè molt; la presidenta dona la benvinguda; els aficionats venen del sud i del nord...

    ¿Sumisión al castellano?

    Las dos obras han sido criticadas, sobre todo con el argumento de una sumisión a formas castellanas que han entrado en el catalán y que hay que detener como sea. El IEC se ha defendido diciendo que la lengua evoluciona y que muchos de estos usos ya se registran en obras anteriores a Fabra, como "al començar" con valor temporal, que ya escribía Verdaguer.

    Los puristas consideran que la historia sociolingüística del catalán, especialmente la del último siglo -con guerras, dictaduras y prohibiciones-, es

    anómala y eso justifica que haya que luchar por preservar la pureza idiomática.

    De hecho, como pasó hace cien años con la Acadèmia de Bones Lletres -que no asumió la normativa ortográfica del IEC hasta 1933-, hoy también ha habido algún medio que se ha rebelado y ha rechazado la reforma. Veremos cuándo se decidirán a subir al carro o si esperarán veinte años como hizo la Acadèmia de Bones Lletres.

    Los hablantes, y no las instituciones, son los que tienen la palabra. Si la mayoría de las personas emplean una construcción gramatical que hasta hoy no era normativa, un día u otro debe entrar en la gramática, guste o no guste, venga del castellano o haya aparecido por generación espontánea. Con la ampliación gramatical, el purista puede seguir siendo igual de purista, mientras la mayoría de los hablantes, sin proponérselo, estarán usando construcciones que antes se consideraban incorrectas y ahora han pasado a ser correctas. No puede ser de otro modo si la lengua catalana no quiere morir de un exceso de esterilidad.



    [1]http://www.lavanguardia.com/cultura/culturas/20170204/413989105180/el-habla-

    catalana-se-hace-norma.html


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    A reveure!!
    Enric
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